Me preguntó "¿por qué me quieres?".
No le aclaré que lo quería también por haberme salvado la vida (en todos y cada unos de los aspectos); por haberme hecho grande, fuerte y mejor persona.
Me besaba a cada 'porque...' y a mí se me acababan los motivos.
En realidad, te quiero por todo.
No hay palabras que cubran las reservas de amor inagotables que un día te confesé tener.
Me hubiera gustado regalarte los oídos durante unos cinco minutos más, pero tú me sonreías y yo seguía enamorándome aún más de ti. Nunca podría dudar, no contigo.
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